Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
Éste es el testimonio de un habanero descreído. Un hombre que regresa extenuado de un largo camino que finalmente no lo condujo a sitio alguno. Pero no es pesimista. Pedro Juan sabe que tiene que seguir adelante. Y lo mejor es hacerlo sonriendo, a golpe de ron, música y sexo. Pedro Juan Gutiérrez hace catarsis en este libro, duro y en gran medida autobiográfico, que reúne tres libros de cuentos: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí. Un lenguaje fuerte y apretado es el único capaz de expresar la rabia de quien habita en el vórtice del huracán. Pedro Juan vive al borde del precipicio. Marginal, aunque su covacha está en el corazón de La Habana de hoy. Disecciona sus alrededores con habilidad de cirujano experto. Sin temor hinca su bisturí afilado, escarba en las entrañas, y lo revuelca todo, irrespetuosamente: sexo, hambre, política, erotismo, desencanto, anhelos, ron y buen humor. Éste es el testimonio de un habanero descreído. Un hombre que regresa extenuado de un largo camino que finalmente no lo condujo a sitio alguno. Pero no es pesimista. Pedro Juan sabe que tiene que seguir adelante. Y lo mejor es hacerlo sonriendo, a golpe de ron, música y sexo. Pedro Juan Gutiérrez hace catarsis en este libro, duro y en gran medida autobiográfico, que reúne tres libros de cuentos: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí. Un lenguaje fuerte y apretado es el único capaz de expresar la rabia de quien habita en el vórtice del huracán. Pedro Juan vive al borde del precipicio. Marginal, aunque su covacha está en el corazón de La Habana de hoy. Disecciona sus alrededores con habilidad de cirujano experto. Sin temor hinca su bisturí afilado, escarba en las entrañas, y lo revuelca todo, irrespetuosamente: sexo, hambre, política, erotismo, desencanto, anhelos, ron y buen humor. Escrita con un ritmo implacable, a medio camino entre la exuberancia tropical y la negra desolación de un Bukowski, la Trilogía sucia de La Habana es un deslumbrante conjunto de relatos orquestados como una novela.
El presente título narra la historia de Clara, una niña peculiar, pues tiene gustos poco comunes como los murciélagos, recoger hojas secas, coleccionar dientes, los días de clase para ella los más felices, además de que sabe bailar el trompo mejor que los niños. Clara está descubriendo el mundo; para ella, éste tiene otras significaciones: un mercado puede ser para ella un zoológico. Sumergida en su mundo, la embriaga el entorno: los colores, los olores... los sabores. El mundo es una delicia pues puede olerlo, saborearlo, leerlo. El texto de Triunfo Arciniegas despierta en el lector infantil la curiosidad sobre el mundo que le rodea al plantearle diversas preguntas a través de Clara, quien se cuestiona sobre cosas que a los adultos pueden parecer poco importantes o interesantes, pero que para los niños forman parte de su proceso de Weltanschauung, o concepción del mundo. Al final, como la propia Clara dice: "Quizá no soy tan rara. Otros también coleccionan dientes y van a clase los sábados".