Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El libro reúne los dos poemarios más reconocidos del peruano César Vallejo, quien logró ir más allá de su época al plantear una poesía desgarradora e intensa, repleta de una significación latinoamericana que, si bien se acerca al modernismo y al simbolismo, se establece como algo distinto y propio al desarticular la sintaxis y desentenderse de las normas de la lógica, así como al utilizar una técnica y un lenguaje renovados que dan lugar a imágenes y metáforas poco usuales.
En Los heraldos negros (1918), el autor escribe sobre la mujer, la ausencia de Dios, la nostalgia por la infancia, y la muerte como un destino infalible que dota a la vida de un sentido absurdo al ser un continuo vivir para morir. Sin embargo, deja también un lugar a la solidaridad cuando, en algunos de sus versos, se hermana con aquellos que sufren y rescata los motivos andinos al hablar de su tierra.
El desarraigo y la angustia del poeta también se perciben en Trilce (1922), libro que escribió durante su estancia en prisión, y en cual rompe más abiertamente con lo convencional y ofrece una superación estética en las letras de la zona al crear una poesía a la vez universal y personal que, con aparente incoherencia, juega con el lenguaje, creando neologismos y traspasando las fronteras conceptuales en un tenor altamente poético que, si bien fue acogido con indiferencia en su tiempo, ha sido valorado por las generaciones posteriores hasta colocar a Vallejo como uno de los más valiosos expositores en la materia.