Carolina Maria de Jesus escribe cada noche sobre las hojas que acaba de rescatar de la basura. Escribe con la respiración hambrienta de los hijxs llenando el aire de una casa hecha de madera y cartones. Escribe porque es el único territorio posible de justicia y, al igual que Nijinsky, sabe que en cada entrada de su diario, se está aferrando a la cordura.