El periodista deportivo es la novela que consagró internacionalmente a Richard Ford, de quien Raymond Carver escribió que era «el mejor escritor en activo en nuestro país» y el crítico francés Bernard Géniès afirmó, en una encuesta en Le Nouvel Observateur, que «se está convirtiendo tranquilamente en el mejor escritor norteamericano». Frank Bascombe tiene treinta y ocho años y un magnífico porvenir como escritor a sus espaldas. Hace tiempo disfrutó de un breve instante de gloria, tras la publicación de un libro de cuentos, pero luego abandonó la literatura, o fue abandonado por ella. Ahora escribe sobre deportes y entrevista a atletas, a quienes admira porque «no tienen tiempo para las dudas o la introspección».Y escribir sobre victorias y derrotas, sobre triunfadores del futuro o del ayer, le ha permitido aprender una escueta lección: «En la vida no hay temas trascendentales. Las cosas suceden y luego se acaban, y eso es todo.» Lección que podría aplicarse a su fugaz fama como escritor, a su breve matrimonio o a la corta vida de su hijo mayor, Ralph, que murió a los nueve años. ¿Cuál es el drama que ha provocado el fracaso de su matrimonio? ¿Por qué Bascombe ha renunciado a la literatura? ¿Qué le anima, sino una «moral de la apatía», un vivir la vida de instante en instante, un rehuir el suicidio por los caminos de la deseada analgésica banalidad? El periodista deportivo es un implacable testimonio de los desencantos inevitables, de la corrosión de las ambiciones, del aprendizaje de los placeres mínimos que permiten sobrevivir.
Apasionante novela histórica que desvela todo un entramado de intrigas y pasiones a través de la vida de Catalina de Médicis. A la venta el 21 de octubre. 1589, Francia. En una fría y oscura estancia del castillo de Blois, Catalina de Médicis yace moribunda. Con un último hálito de vida, la reina reflexiona desde su lecho de muerte, sobre todo lo ocurrido a raíz de la brutal matanza de calvinistas hugonotes. Los terribles sucesos que se desencadenaron después de aquella trágica noche de san Bartolomé, le acarrearon a Catalina tres enemigos a los que no pudo vencer: la nobleza católica, porque veía en su persona un obstáculo a sus pretensiones, los protestantes, porque la consideraron, sin serlo, una enemiga muy peligrosa de su religión, y el pueblo, porque no confiaba en ella y nunca dejó de verla como La Italiana. Una novela histórica repleta de conspiraciones palaciegas, traiciones y asesinatos que desembocaron en la muerte de una reina aferrada al poder.