Sinopsis
"Los ensayos aquí reunidos recorren su crítica penetrante sobre el feminismo, el género y las mujeres, pero no agotan sus textos sobre esos temas…La mayoría de los ensayos, crónicas, notas y reseñas variadas que aparecen aquí fueron propuestas de Carlos, aunque sé que algunos de sus textos los produjo presionado por una de sus amigas feministas. Él construye un amplio repertorio sobre los cambios de mentalidad de las mexicanas; hace una disección sobre la manera en que se arma la sensibilidad femenina; se burla de los machos; critica el sentimentalismo del cine mexicano a partir de la "madrecita abnegada"; analiza la estrategia de la derecha y el Vaticano en contra de la despenalización del aborto; habla de la obra de cinco mujeres famosas; reseña dos libros fundamentales: Mujeres y poder y Huesos en el desierto; y reitera, una y otra vez, su convicción sobre el papel del movimiento feminista. Así, en todos sus escritos, aderezados con aforismos deslumbrantes y metáforas sorprendentes, se descubren los atinados diagnósticos y buenos pronósticos que invariablemente nos recetaba a las feministas…Carlos trazaba escenarios políticos posibles, diseñaba intervenciones y nos develaba -a las propias activistas- las razones de nuestra militancia. Lo buscábamos para que nos explicara, y decía "No soy un profeta". Sin embargo, no recuerdo ni una sola vez que no atinara en sus apreciaciones y pronósticos. Utilizaba su celebridad como un estratega político al servicio de los grupos activistas. Su fama nos habría puertas que, sin él, jamás hubiéramos franqueado…En la revista debate feminista pedimos a nuestros colaboradores que escriban su propia ficha autobiográfica. En su momento, Carlos Monsiváis se describió a sí mismo (en tercera persona) diciendo: "Alterna su misoginia con una encendida defensa del feminismo". En efecto, Monsiváis era un verdadero oxímoron: un misógino feminista. No es raro que solamente fueran cinco mujeres -Rosario Castellanos, Nancy Cárdenas, Simone de Beauvoir, Susan Sontag y Frida Kahlo- a quienes consagrara un texto. Sé que quería escribir sobre Elena Poniatowska, su gran amiga y la única capaz de regañarlo, y Jean Franco, a quien quería y admiraba. No le dio tiempo. Su partida fue prematura, porque aún tenía mucho que dar a este México, tan necesitado de sus inteligentes y valientes intervenciones."