Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
Ojerosa y pintada, magistral y audaz como toda la narrativa de Agustín Yáñez, está ambientada en la Ciudad de México, ese monstruo que amenaza devorar a las personas y convertirlas en muchedumbre anónima. Contra esta pérdida de identidades, un taxista nos lleva por las calles de la capital, sus peligros nocturnos y lugares de esparcimiento, sus colonias ricas y pobres, tan cercanas físicamente pero separadas por un abismo. Gracias a él llegan a nosotros las más diversas voces: el provinciano que busca triunfar en una urbe despiadada, el reportero que aparenta saber todo, el matrimonio de enemigos, la pareja adolescente que despierta a la sexualidad, los bohemios taimados y punzantes, el militar rencoroso y prepotente, la familia aristocrática venida a menos, los sindicalizados pendencieros y un extraño personaje (demente o iluminado) que se dedica a observar las aguas negras de la metrópoli, donde asegura detectar «la verdadera historia de la gran ciudad, cada vez más grande, más turbia, más difícil de comprender».