Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
¿Pueden los más grandes, Bataille, Blanchot, Klossowski, salir indemnes del examen crítico que se impone ante tantos discursos? ¿Y dónde está Sade? ¿Qué dijo, qué escribió exactamente? Magistral y nueva introducción a una publicación general de Sade que quizá permita finalmente hacer el balance, la reflexión de Annie Le Brun, como un potente rayo láser, llega en el momento oportuno para liberar a Sade de todas esas palabras acumuladas sobre sus textos. Annie Le Brun lo descubre verdaderamente, y por primera vez podemos verlo bajo su propia luz.
Jean-Jacques Pauvert
Libro decisivo en la historia de la recepción de Sade, en primer lugar por lo que afirma de Sade, pero también porque nos ayuda a desprendernos de la última ola de comentarios ya autorizados aunque bajo la égida apenas velada del cristianismo: Pierre Klossowski, del hegelianismo: Maurice Blanchot o de un estructuralismo estetizante: Roland Barthes.
Jean Allouch