Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
Con título de leve procedencia gongorina y epígrafe de Quevedo, Juan José Arreola apareció con este
libro en 1949. Había publicado cuentos, poemas, reportajes y otros textos enigmáticos en periódicos
y revistas del país desde 1939. Su obra primera tiene valor de pequeño oasis dentro de una zona
particularmente desértica de la literatura mexicana que abarca esa década. Quien revise los libros
publicados entonces, comprenderá sin dificultad por qué hombres como Octavio Barreda, Agustín
Yáñez, Roger Caillois, Francisco Luis Bernárdez, Octavio Paz, José Gaos, Raimundo Lida, José Luis
Martínez, Seymour Menton y Antonio Alatorre, saludaran al autor de Varia invención como un
venturoso ejecutante de juegos imaginarios.