Los cuadernos para colorear, denominados originalmente «libros para pintar», surgieron en el siglo xviii de la reflexión de varios pintores y pedagogos que vieron la necesidad de sensibilizar a la juventud con respecto a las prácticas artísticas. Este ejercicio lúdico, que es sabido que mejora las capacidades cognitivas de todo aquel que lo practica, acompañó al surgimiento de los lápices de colores y se popularizó a finales del siglo xix con la aparición de los primeros cuadernos para colorear. Fueron publicados por primera vez por los editores neoyorquinos McLoughlin en 1879 y los niños los han utilizado de manera sistemática a partir de principios de los años treinta del pasado siglo