Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Dentro del universo de discusiones inútiles, destaca la que defiende la existencia de una escritura feminista, la que escinde por géneros el arte de escribir. Harto estéril, diría yo, pues la literatura sólo puede dividirse en la buena y la mala. Autoras como Patricia Highsmith y Clarice Lispector nos han dado grandes muestras de que un texto, cuando es bueno, no precisa de categorías tan torpes. Puedo apostar que el libro que sostienes en tus manos, de la autora Alejandra Junco, hará que me des la razón. Comienza con cuatro asombrosas y muy bien armadas paráfrasis de cuentos infantiles. Cuatro joyas mordaces que, por sí solas, bastarían para gozar. Pero Alejandra no se contenta con ello y nos ofrece una variedad de estilos y personajes que van desde los límites del realismo mágico, historias de soledad, de decepción, hasta crónicas de enorme frivolidad. Y para cerrar como se debe, nos muestra la intimidad de unos Probadores: dos relatos futuristas de largo aliento, divididos en Damas y Caballeros. Cuando rompemos con un mito largamente arraigado, nos sentimos alivianados, satisfechos. Después de leer estos textos, si hay literatura de calidad, no importa el género de quien la escribe, sabrás que encontraste una muestra.