Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Los judíos mueren en Europa y se los entierra como a perros». Así terminaba la carta de octubre de 1940 en la que Hannah Arendt comunicaba a Gershom Scholem que Walter Benjamin, su amigo común, se había quitado la vida huyendo de los nazis. Esta correspondencia, que comienza en 1939 con una carta de Arendt desde París y termina en 1964 con una carta de Scholem desde Jerusalén, muestra en qué medida a ambos les unían su dolor por los muertos y la lucha por la memoria del pueblo judío, y cómo estas dos claves cimentaron su amistad.