Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Sexagenario, excéntrico y apasionado estudioso del indoeuropeo en el Departamento de Lingüística de la Universidad de Oslo, Jakop lleva una vida solitaria. Sin hijos ni parientes cercanos, únicamente mantiene relación con su exmujer y con su amigo Pelle. Pero el llevar una vida social tan reducida no parece importarle lo más mínimo, ya que una peculiar actividad ocupa por completo sus jornadas y, por extensión, la totalidad de su existencia: asiste a los funerales de personas a las que no conoce, se mezcla con los deudos y rememora para ellos las más entrañables anécdotas de su ficticia relación con el difunto, pequeñas historias que, indefectiblemente, conmueven en lo más hondo a los presentes. Hasta que un día, en uno de los sepelios, Jakop conoce a Agnes.