Blaise Pascal (1623-1662) hombre de su tiempo, concilió el estilo del pensamiento directo con el arte de una retorica persuasiva, que empleaba a un tiempo la paradoja, el asombro y la sorpresa. Esta caracterÃstica estarÃa presente por igual en los dos objetos de su estudio: las ciencias fÃsicas y la antropológica cristiana.
Éste es el testimonio de un habanero descreído. Un hombre que regresa extenuado de un largo camino que finalmente no lo condujo a sitio alguno. Pero no es pesimista. Pedro Juan sabe que tiene que seguir adelante. Y lo mejor es hacerlo sonriendo, a golpe de ron, música y sexo. Pedro Juan Gutiérrez hace catarsis en este libro, duro y en gran medida autobiográfico, que reúne tres libros de cuentos: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí. Un lenguaje fuerte y apretado es el único capaz de expresar la rabia de quien habita en el vórtice del huracán. Pedro Juan vive al borde del precipicio. Marginal, aunque su covacha está en el corazón de La Habana de hoy. Disecciona sus alrededores con habilidad de cirujano experto. Sin temor hinca su bisturí afilado, escarba en las entrañas, y lo revuelca todo, irrespetuosamente: sexo, hambre, política, erotismo, desencanto, anhelos, ron y buen humor. Éste es el testimonio de un habanero descreído. Un hombre que regresa extenuado de un largo camino que finalmente no lo condujo a sitio alguno. Pero no es pesimista. Pedro Juan sabe que tiene que seguir adelante. Y lo mejor es hacerlo sonriendo, a golpe de ron, música y sexo. Pedro Juan Gutiérrez hace catarsis en este libro, duro y en gran medida autobiográfico, que reúne tres libros de cuentos: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí. Un lenguaje fuerte y apretado es el único capaz de expresar la rabia de quien habita en el vórtice del huracán. Pedro Juan vive al borde del precipicio. Marginal, aunque su covacha está en el corazón de La Habana de hoy. Disecciona sus alrededores con habilidad de cirujano experto. Sin temor hinca su bisturí afilado, escarba en las entrañas, y lo revuelca todo, irrespetuosamente: sexo, hambre, política, erotismo, desencanto, anhelos, ron y buen humor. Escrita con un ritmo implacable, a medio camino entre la exuberancia tropical y la negra desolación de un Bukowski, la Trilogía sucia de La Habana es un deslumbrante conjunto de relatos orquestados como una novela.
Mediante un arte narrativo que se apodera de una serie de hechos al parecer insustanciales, y que roe, destruye y reelabora lo cotidiano, obligándolo a revelar sus significados latentes, Juan García Ponce nos da en estos relatos dos de los cuales han sido llevados al cine tres ejemplos deslumbrantes de su manera de sentir y pensar las palabras y, a través de las palabras, la misma realidad. La disolución lenta e inconscientemente maligna del amor en un joven matrimonio; la desgarrada conciencia de la imposibilidad de la unión absoluta entre seres que se aman y creen haberse encontrado; el horror insidioso que destila la vida en común, cuando una mirada la observa exhaustiva y serenamente. En estas tres narraciones, ensimismadas en su propia, densa y oscura materia, García Ponce suscitra esa aparición de lo invisible a través de los signos que son nuestros actos, nuestros gestos, nuestras miradas, sean deliberados o lanzados al azar. Personajes, situaciones y ambientes de nuestro época, dolorosa y tensamente vivos éstos son los de Amelia, Tajimara y La noche, relatos que ya tienen un privilegiado lugar en la literatura mexicana contemporánea.