Ensayos de homenaje en el primer centenario del nacimiento del filósofo español, que abordan diversos aspectos de la obra de Ortega. Los cuatro trabajos dibujan con rigor algunos de los horizontes centrales del quehacer filosófico hispánico en el mundo actual.
En un futuro no tan lejano, las personas llevan dispositivos injertados en sus cerebros que
permiten grabar y subir sus sueños a las redes sociales. El psicojuego, una versión más
evolucionada que cualquier otra aplicación relacional que haya existido nunca, hace un calco
del inconsciente de los jugadores y con ese material crea escenas y escenarios, pero su
sofisticación llega a tal punto que hasta parece tener vida propia. De hecho, parece que tiene
algo que ver con la muerte de una jugadora que a su vez formaba parte del grupo de
programadores que diseñaron el juego. Ergo, algo huele a podrido en el ciberespacio.
Como dice Bioy Casares en La invención de Morel, «estar en una isla habitada por fantasmas
artificiales era la más insoportable de las pesadillas». El psicojuego es aquí esa isla.