El nombre de Nerón, emperador del Imperio romano entre los
años 54 y el 68, ha sido durante mucho tiempo sinónimo de
crueldad, decadencia y despotismo. Según nos han contado,
ordenó prender fuego a Roma y, mientras tanto, él tocaba la lira;
luego, hizo limpiar los destrozos y las ruinas carbonizadas y
construyó un gran palacio.