Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Viajar a Suiza en busca del hombre más inteligente del mundo, conocer sectas esotérico-científicas cuyo propósito es crear vida en laboratorios marinos o evitar la muerte del hombre más inocente en menos de veinticuatro horas parecerían actos suicidas salvo si quien los realiza es uno de los mejores detectives de la historia. A lo largo de capítulos ágiles y llenos de aventura, Sherlock Holmes regresa al mundo deductivo para inhibir peligros futuros para la raza humana con un joven Charlie Chaplin —y no el Dr. Watson— como fiel el acompañante. Las capacidades analíticas, el eterno interés del ser humano por subsistir, reencuentros, rivalidades, miedos y el actuar oportuno-inoportuno de los personajes, pero sobre todo el admirable costumbrismo del autor, hacen de esta novela algo imperdible, elemental, querido lector