La presente obra se ocupa de la actividad judicial en materia de fe seguida por el arzobispo de México, Antonio de Bergosa y Jordán, entre 1813 y 1814. Tras la supresión de la Inquisición de México, el arzobispo estableció un tribunal protector de la fe en cumplimiento de las disposiciones del Congreso de Cáliz. Su establecimiento supuso la aplicación de métodos judiciales más justos y contrarios a los despóticos de la Inquisición. Este libro destaca la forma en la que se aplicó el ideario liberal de las Cortes españolas en las diócesis de Nueva España, así como la manera en que los obispos del virreinato trataron de censurar libros y seguir causas de fe en el periodo de crisis de la Monarquía española.
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