Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El mundo globalizado del siglo XXI tiene muchos paralelismos con aquel al que el cataclismo de 1914 puso fin, a saber, el mundo que Marx conoció y anticipó. Las comunicaciones van mucho más rápido, una diferencia de grado, mas no de tipo. Las personas, los mensajes y las ideas recorren todo el mundo; el dinero circula sin cesar, la pobreza convive al lado de la riqueza y el capital ejerce su poder impersonal sobre todos y cada uno de nosotros. En un mundo así, Karl Marx sigue vivo.