El uso lúcido y libertario de las tecnologías digitales, iniciando por los primeros programadores y hacktivistas, se ha profundizado en las últimas décadas a partir de experiencias concretas que sorprendas en su irrupción y que contrastan con el desarrollo de estrategias tecnológicas para el control social y el provecho económico. A mediados de los noventa, el surgimiento espontáneo de una red de solidaridad con el EZLN fue un ejemplo inaugural de poder distribuido y transnacional de las redes activistas, agregaciones ad hoc, capaces de actuar e irrumpir a nivel global desde contextos diversos. El devenir de estas redes activistas en todo su esplendor dio lugar al movimiento altermundista. Al alimentar estas potencias, el activismo comunicativo.