Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El periodismo en general y el cultural en particular suele tener una vinculación estrecha con la literatura: la imagen emblemática es la de Gabriel García Marquez, quien siempre se consideró reportero.
Y si nos vamos bastante más atrás, en la tradición mexicana podríamos nombrar a Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez o Ignacio Manuel Altamirano, por mencionar sólo a algunos; sin olvidar, por supuesto, plumas más contemporáneas, como las de Alma Guillemoprieto, Jon Lee Anderson, Cristina Pacheco o Leila Guerriero