En tiempos de incertidumbre tecnológica, donde nos hallamos miserablemente atrapados, acaso cómodamente satisfechos, mirando cómo la retorcida y sigilosa rapidez, de cierto modo, de un tiempo acá, nos aísla irremediablemente. Seducidos digámoslo así, por la aridez de pensamiento, tanto como de la escasa o nula reflexión de cuanto vivimos y padecemos, junto a la falta de ideas y la incomunicación que cada tanto nos aparta a los unos de los otros, comenzamos