Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Para cualquier sociedad del mundo, sin importar el espacio en el que se encuentra o el tiempo al que pertenece, la muerte forma parte de la vida. Esta asociación es constante y eterna; sin embargo, los miembros de la especia Homo Sapiens la afrontan y aceptan mediante ritos y cultos que pueden ser simples o complejos y representan un intento social por establecer un nexo entre el ser que físicamente ya no está presente y cuya materia y alma se transforman para trascender a otro plano o cielo.Desde los tiempos prehispánicos hasta el presente los mayas del sureste de México han realizado rituales y cultos como parte fundamental de su expresión cultural. En un intento por comprender estas prácticas culturales, un grupo de estudiosos se reunió en Palenque en junio de 2002 para investigar los aspectos prehispánicos, coloniales y modernos del culto funerario en la sociedad maya. Los mayas han sido conscientes de que la materia corporal es finita y, ante ello, han empleado cultos y rituales ya sea en forma personal y privada, o bien de manera pública y abierta. Los cultos y rituales han permitido a los mayas una comunicación cercana y directa con aquellos familiares, amigos o miembros de la comunidad que físicamente ya no están más entre ellos.