Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Estas páginas tienden un puente entre Luis Barragán y su obra: entre la vida interior de un artista y su arquitectura. Ellas constituyen probablemente el primer acercamiento biográfico a un personaje tan significativo para el arte de México y para la arquitectura del mundo. Los renglones de este libro van dibujando una piel y unos sueños que dan vida a los retratos de Luis Barragán que nos legaron los fotógrafos y dan sentido a los materiales, las formas y los volúmenes que son el cuerpo de las obras de arte que él edificó. Su biblioteca, ahora accesible gracias a los empeños de la Fundación de Arquitectura Tapatía, nos entreabre algunos recintos de sus moradas interiores que habían permanecido enexplorados.