Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
De todos los sentidos el único privilegiado es la vista, capaz de apresar la realidad tanto conceptual como su imagen.
Acorde con la citada jerarquía otorgada por María Zambrano a la pintura como manifestación artística a todas luces excepcional, que mejor sitio que techumbres, bóvedas y cúpulas para aunar dos trascendencias: metafísica y pintura: teología y su explicación plástica.
De tal manera que estas construcciones sagradas se conviertan como se pensó en el arte romántico en el nexo efectivo, tránsito entre la tierra y el cielo.