Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Don Ernesto Icaza nació en la ciudad de México el año de 1866. El medio familiar del cual surgió Icaza había pertenecido siempre al grupo conservador, dentro del cual varios de sus miembros habían actuado en forma activa, habiendo asimismo desempeñado diversos puestos en la República, el primer imperio y durante la administración virreinal. Así compuesta, la familia del pintor estaba entroncada con algunas de las familias más sobresalientes de la vieja nobleza y relacionada con los altos círculos del poder político y económico. La situación económica de la que gozaban sus padres, les permitía vivir con desahogo en una amplia casona de Puente de Alvarado en la que nacio parte de la familia.