Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
El libro que el lector tiene hoy entre sus manos no es sólo una colección de poemas de uno de nuestros mejores escritores. Es también, y sobre todo, un libro único en su género, ya que coloca a la música en el centro de una intensa lúcida reflexión acerca del paso del tiempo. Es una suerte de paisaje sonoro que transita puntualmente a través de un laberinto construido de palabras y de tiempo, y cuya dilatada geografía abarca un amplio abanico de voces y de cantos. Hay, en consecuencia, un arduo trabajo de orden formal: el poeta recorre una inusitada gama de técnicas, de estructuras y de equilibradas construcciones arquitectónicas que delinean los múltiples rostros del tiempo, substancia de la que está hecha la música. A la escritura de cada poema le precede una atenta y cuidadosa escucha. Así, una palabra repetida, una y otra vez, reproduce el ensordecedor ruido que acompaña la audición de un cuarteto de Stockhausen; en ocasiones, un poema se comporta como un refinado mecanismo que recuerda el modo de operar del minimalismo de Steve Riley, o bien, es habitado por una multitud de aves, de timbres y colores seductores, que pueblan el imaginario musical de Messiaen.Estamos ciertos de que el lector encontrará y escuchará en esta Música de cámara instantánea, "el rumor de una música / que se parece al silencio".Mario Lavista