Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El teatro español tiene en José Sanchis Sinisterra a uno de sus creadores más singulares. Sería arduo mencionar a otros que, como él, hayan transitado la escritura, la práctica y la reflexión escénicas de una manera tan lúcida y penetrante. Su trayectoria evoca la imagen de un viajero que, en los límites del territorio teatral, franquea barreras y expande sus posibilidades hacia campos que apenas hubiéramos creído conjugables con el arte dramático.La suya es una travesía plagada de hallazgos diversos: sus dramaturgias sobre textos narrativos, persuadido, como está, de que cualquier material literario contiene en potencia una matriz teatral; las intervenciones sobre los clásicos, rescatando del olvido a aquellos que la tradición ha dado el rótulo de "menores"; el cuestionamiento de categorías como personaje, fábula o intriga en la composición dramática... En suma, un itinerario en el que ni siquiera la física cuántica ha pasado inadvertida a su voracidad experimental.