Se ha hablado en innumerables ocasiones de la importancia y la necesidad de evolucionar, emprender, renovar, y en especial, de atreverse con arrojo a proponer nuevas formas de abordar la práctica de las artes visuales desde una perspectiva anclada en el presente, pero con grandes espectativas hacia el futuro. Los artistas denominados emergentes lo tienen claro: la naturaleza de su trabajo, el compromiso con sus ideas y en especial el desarraigo con el mercado formal del arte los hace ser y parecer más libres que cualquier productor consolidado.