Este libro es un viaje que atraviesa una ciudad decadente y un cuerpo poseído por el demonio del rock. Parte de un brindis y llega al fin del mundo, un lugar idóneo para amortajar las tinieblas de la cruda con un vodka. En este compendio etílico, lleno de visiones urbanas y frases que no disimulan su irreverencia, Villalobos le ha prendido fuego a nuestros peores lugares comunes.