Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En su siglo largo de existencia, el cine, entendido como el resultado de la combinación entre las películas y sus creadores, espectadores y lugares de visionado, ha cambiado constantemente. Sin embargo, es posible rastrear una sugerente línea de continuidad que lleva desde las incipientes proyecciones de imágenes mudas en movimiento, en teatros de variedades y barracones de feria, de los inicios del siglo XX, hasta la brillante y minúscula pantalla de un smartphone observada hoy, con cascos en los oídos, en un vagón del metro. Muchas son las razones que permiten afirmar que la magia que los diminutos seres de nuestras pequeñas pantallas emanan tiene que ver con lo que el cine ha sido en su tortuoso recorrido. Este libro pretende revisitar, con los ojos y la mente de ahora, algunas de las más llamativas etapas del viaje de las películas por la historia y descubrir algunas de las puertas de entrada a ese gran repositorio global de invenciones visuales, relatos y emociones que es, y siempre ha sido, el cine.