En su taller, rodeado de cuadros, esculturas en bronce y cerámica, Rubén Leyva nos habla de todo aquello que en su infancia lo predetermino haia el color y lo garabatos. Fue en el barrio de Xochimilco, entre tintes y pinturas en el taller de tejido de su padre, donde comenzo atreverse a jugar con telas y colores.