Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El alemán Carl Einstein (1885-1940) fue uno de los primeros y más destacados teóricos de las vanguardias artísticas del siglo XX. Críticos y nada complacientes, sus análisis contribuyeron a delimitar nuestra comprensión del cubismo, del surrealismo o, como en este texto, de la pintura propuesta por los llamados expresionistas alemanes: un grupo heterogéneo de artistas que abarca desde Emil Nolde a George Grosz, pasando por Ernst Kirchner, Oskar Kokoschka o Max Beckmann.