Drusila de Cuino soltó un sonoro suspiro y se levantó con decisión. "Esta bien, caballeros" dijo; "mostradme ahora vuestra foca". Ahí, sentada en medio de una anticuada bañera con patas en forma de garra, se encontraba una foca de tamaño mediano, de color gris oscuro y con un hermoso bigote deportivo.
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