Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La imagen del escritor ha variado considerablemente a lo largo de la historia. Sin embargo, el escritor y el poeta han sido siempre sujetos favorecidos de los retratos escultórioca, pictóricos y fotográficos. ¿Qué relación existe entre la imagen pública de un hombre y su obra? ¿Qué ha significado en diferentes épocas ser escritor y cómo se han representado su condición y su valor? ¿Cómo cambia la fama -"mal veloz como ningún otro", escribió Virgilio- el aspecto de un poeta?A partir de éstas y otras preguntas afines, El salón de los espejos encontrados ofrece al lector una galería de escritores. Aquí veremos a Verlaine posando artificiosamente para vender mejor su retrato, a William Blake censurando a Dante Alighieri al momento de dinujarlo, y a Paul Valéry tramando con el fotógrafo Henri Cartier Bresson el más grande retrato simbolista. Posan también para estas páginas Esopo, Lo-Po, Platón y sus discípulos, John Donne, Mallarmé, E.E. Cummings y Martín Luis Guzmán, entre otros. Como grandes espejos que se colocaran frente a frente , los retratos de estos escritores se miran uno en el otro, reflejados en una sucesión de espacios que ahondan hacia otros mundos posibles.