Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Rayuela de Julio Cortázar, es analizada en estas páginas a partir de la función de la imagen en el proceso narrativo. La imagen como aquello que vemos y en cierto modo nos contiene. El juego narrativo de Rayuela ofrece diversas imágenes y permite al lector participar en la construcción del proceso creativo y optar, en cierta forma, en la conducción narrativa de la novela. Si recordamos que toda narración ofrece una visión del mundo, la singular propuesta de Cortázar en Rayuela permite al lector asomarse a su interior y construir la imagen de su universo narrativo, convivir con los personajes y conocer, o acercarse al menos, al rumbo de sus destinos. Este libro de Carlos Oliva Mendoza es una invitación a develar los cambios de la novela de Julio Cortázar. El estudio y visión de esta estructura novelesca permite penetrar en el significado de la historia o historias que se desenvuelven en sus páginas y, como afirma el autor de este lúcido ensayo, elegir una imagen no es algo personal y su interpretación se vuelve inevitable una voz comunitaria. En este reflejo de imágenes diversas radica la riqueza de la novela y Carlos Oliva se introduce en este laberinto con conocimiento de lector capaz de reconocer el hilo conductor de una trama, cuya peculiaridad radica precisamente en esa capacidad del otro, es decir del lector, para identificar la función del tiempo y el valor indudable que en este juego de Cortázar tienen la razón y la imaginación.. Pues, finalmente, toda novela es un intento de revelación de la condición humana.Alfonso Rangel Guerra.