Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Esta sola crónica, entre las decenas de páginas que José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827) prodigó en la prensa periódica de las primeras décadas del siglo XIX, es un ejemplo contundente de su enorme maestría y oficios narrativos. Con dificultad se encontrará algo semejante a Los paseos de la Verdad entre sus contemporáneos. Se trata de la crónica personal de una fantástica ronda nocturna por la ciudad de México, tocada por la magia, la ironía y lo más efímero de todo: la actualidad, hasta cerrar en un animado Coloquio de los Muertos. Mucho de Fernández de Lizardi está aquí: su gusto y conocimientos literarios, su pasión por el oficio de hombre de letras, su celo por la verdad, inmerso como estaba en un orden social cada día más frágil y en cierto modo ajeno a casi cualquier forma del saber.