Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
"Miremos este manuscrito como un discurso que precede a la historia de nuestra Independencia, y nada tendremos que apetecer", escribió Carlos María de Bustamente para definir la trascendencia de la obra de Hipólito Villarroel (ca. 1720-1794), Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España. Fechada entre 1785 y 1787, esta obra reviste un carácter muy singular. Por un lado, se inscribe en una tendencia literaria propia del siglo XVIII en Occidente y que se encargaron de desarrollar un conjunto de escritores ilustrados: el menosprecio de la vida en la corte y la alabanza de la aldea. Por otro lado, el diagnóstico sobre las "enfermedades políticas" de la corte virreinal de la Nueva España nos devuelve a un autor excepcional. Testigo privilegiado de la serie de reformas administrativas que la corona española promovió en sus posesiones, así como un agudo observador de la realidad, Villarroel compuso en estas páginas una legítima carta de su identidad americana.