Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
En ese gran festín en el cual participan por igual dandys y adúlteras, drogadictos y homosexuales, misóginos y libertinos, snobs y oficiantes de misas negras, no hay lugar para el concepto burgués de la virtud. Sin excepción, los personajes concovados en este libro responden al apelativo de "decadentes", como los llamaron en ciertos medios o "malditos", como lo hicieron otros; Max Nordau, el más compulsivo gendarme de la higiene moral de la época, los confina a todos, sin misericordia alguna, en esa vasta cárcel que tituló Degeneración.