Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Sólo sé que así fue está formado por dos libros, Secuelas (1986) y Desilusión óptica (1988), los cuales circularon escasamente entre los lectores. Ahora son reeditados íntegramente en un solo volumen, lo que significa una nueva oportunidad para quienes no tuvieron ocasión de leerlos. Como es su costumbre, Ortiz despliega en estos libros su capacidad narrativa y su conocimiento profundo del relato, para entregarnos su visión de los tiempos que siguieron al movimiento estudiantil de 1968. La consistencia de su literatura está presente en cada uno de los cuentos, así como la malicia narrativa, latenteen el sutil tramado general, que parece trazar tenues vasos comunicantes entre los textos.