Desde su primer libro, Hasta en las mejores familias (1975), Zapata ha venido observando con agudeza e iron?a los ritos y costumbres de la clase media mexicana, y transformando a sus instituciones venerables, al orgullo de sus prejuicios, en la materia primordial de un abigarrado cuadro de parodias y pastiches donde concurren la precisi?n est?listica y el desenfado de la iron?a. La familia, referente inevitable en la tradici?n del melodrama mexicano, tiene en este narrador guerrerense a uno de sus cronistas m?s perspicaces.Si en El vampiro de la colonia Roma las " cacer?as nocturnas del amor urbano" configuran el tetrato memorable de un amoroso marginal como h?roe de la picaresca moderna, en la presente novela Zapata precipita a su protagonista barthesiano en una marginalidad extrema, la del amoroso como un animal desollado en vida. Jos? Joaqu?n Blanco afirma en la presentaci?n : "El amoroso de En jirones, independientemente de su opci?n homosexual -aunque, desde luego, agravados los filos del peligro por la experiencia de la persecuci?n y del desprecio circundantes-, est? hecho para la pasi?n como para una fatalidad, al menos en el tiempo que ocupa la novela. Afina su amor como una obra de arte; es un artista de la vida cuyo amor es su obra suicida: su obra maestra.