Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Para el poeta todo es Fauna: desde los muebles hasta la vida animal de la sintaxis, hasta el ciervo que desaparece en sus propias huellas. Si el autor es una especie de jinete de lo que escribe, lo importante es lo que sucede debajo: el ritmo y la respiración de las palabras. En este sentido, Luis Jorge Boone rechaza la narración y el desplazamiento: busca adentrarse a la espesura de su expresión y a si perpetuarse: La cadencia que producen las ideas. / Las ideas que producen la cadencia. ¿Quién lleva las riendas, el autor o la escritura?Los animales invisibles es una lucida indagación en la vida eterna del poema. El lector descubrirá en estas páginas una inteligencia verbal hinchada de sutiles acercamientos y tanteos: sobre la naturaleza de las citas y la memoria: sobre la gravitación del blanco y lo no dicho: sobre los fantasmas de la escritura.