Abarcar el país desde lo horizontal'geográficamente" y lo vertical "del penthouse al sótano del edificio social" no sólo es un intento de elaborar una nueva versión del nutrido y diverso mosaico que este país es a través de la mirada y el entendimiento de sus adolescentes. También es el esfuerzo por hacer justamente lo contrario: mezclar los colores para abatir dichas divisiones y coordenadas; poner en un mismo lugar a personas cuya circunstancia "geográfica, social, cultural y económica" muy posiblemente nunca va a unir, aunque habiten el mismo país. Si bien hay varias maneras de clasificar, dividir y ordenar a las personas, en particular a los adolescentes "todas injustas, todas reductivas", detrás de todo estereotipo siempre habito un individuo irrepetible que lo trasciende.
Horizontales y verticales puede verse de muchas formas, por supuesto, pero por lo ambicioso del proyecto (los chicos retratados van desde Chetumal hasta Los Cabos) y la calidad con la que se concreta, es posible decir que este libro permite que los mexicanos del mañana se conozca. Que se miren y los miremos a los ojos. Que tratemos de descifrar sus sonrisas. Que los conozcamos y, por ende, que también nos conozcamos a nosotros mismos para iniciar de una vez el camino hacia el alivio. DIEGO ENRIQUE OSORNO