Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Dios es un magnífico pretexto literario. Y también las historias bíblicas, los asesinos, las enamoradas, los funambulistas y los fantasmas, subterfugios todos de Edilberto Aldán que, con Fulgores breves de un largo insomnio, crea y recrea sueños asombrosos de unas cuantas líneas, microcuentos o cuentos brevísimos ?tal como los llamaba Edmundo Valadés? con la orfebrería exacta que requiere este género tan antiguo como hipermoderno, obras que en su implacable tic tac siempre marcan la hora precisa del gozo que produce la malicia, la vuelta de tuera, la sorpresa o la prosa poética. Un jurado compuesto por René Avilés Fabila, Marco Aurelio Chavezmaya y Alfonso Pedraza otorgó a la presente obra el Premio de Cuento Corto , en el contexto de la Bienal Nacional de Literatura Yucatán 2010-2011.