Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Horacio Kustos es un viajero que llega tarde a la historia de la exploracióm. Si hubiera nacido en el siglo XVI, en el XVIII, incluso a principios del XX, hubiera tenido la oportunidad de llegar a alguno de los grandes territorios que entonces estaban por descubrirse y colocarse claramente en los mapas. Habría sido Cristóbal Colón, Vasco de Gama, Roald Amundsen o algún otro de los muchos que pasaron a la historia por su valor por su audacia y también por lo extraño, lo maravilloso, lo nuevo, de los lugares que descubrían.