La monotonía de los rascacielos, automóviles, obreros y mendigos se suspende por situaciones siniestras y cotidianas que se intercalan entre los recovecos de la ciudad. Los personajes de Historia siniestra somos nosotros; los relatos son nuestras vidas, los acontecimientos diarios que son turbados por lo desconocido. La linealidad de la vida es bruscamente interrumpida por los microrrelatos, que se fracturan y cambian la historia. Alberto Chimal sacude al lector, le insiste para que despierte y mire, al menos por un segundo, el suceso cotidiano; logra que el lector suspenda la respiración y aumente su pulso, por el misterio de cada narración, las alusiones a los personajes sin sombras y mil rostros, la posibilidad de encontrarlos al cruzar una calle o transbordar en una línea del metro; evocan las narraciones extraordinarias de Poe. Chimal lleva al lector hacia una buhardilla, desde la cual puede mirar lo visceral, lo grotesco, lo absurdo, lo ordinario y el caos de la naturaleza humana. Escribe con ironía y humor negro de los encabezados de periódicos; lleva al límite el lenguaje y las imágenes. Sus microficciones son un recorrido para perdernos en cualquier ciudad y encontrarnos en ninguna parte. Con Historia siniestra Chimal pone al lector frente a su realidad para sacudirlo, ubicarlo y hacerlo tomar conciencia de su lugar en el mundo, de lo que lo rodea, una novela que inquieta al lector y le muestra el otro lado, oscuro, de la naturaleza humana.