Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Caminos buscados, caminos perdidos. Transgresiones es un texto escrito en los años sesenta e inédito hasta ahora en español, en el que Henri Michaux vuelve sobre temas esenciales de su escritura: la Esfinge, los planos horadados de la presencia, el acontecimiento vacío, la relación entre el cuerpo y la palabra. Se trata de descifrar los jeroglíficos que cubren las texturas de la ciudad. Sobre todo, la muerte del espacio y de las cosas, los paisajes de la muchedumbre, la gramática de las sobras. Es un libro compuesto por cuarenta ?cuadros? seriados que trazan ?Caminos explorados? de su propia experiencia poética, muchos de ellos están dedicados a desdibujar los mapas de un posible ?bestiario urbano?, en donde las palabras, siempre inadecuadas a los objetos, quieren indagar los caminos en que la poesía habilita a lo real. Más que una zoología fantástica, es una morfología de la bestia real. Lo que está en juego es el devenir-bestia, su propio devenir-bestia. El libro es importante porque recrea lo más esencial de la escritura de los últimos años del gran poeta y artista plástico que fue Henri Michaux: una exploración de sí mismo a través de un mundo que lo ha deshabitado.