Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La música necesita de parejas fatales, explosivas, memorables. ¿Por qué en la literatura de Arturo J. Flores no habría de caber otra perversa mancuerna? Nancy y Xavier mantienen diferencias que inevitablemente los unen. Ella es muy joven, hermosa y tiene el cuerpo cubierto de tatuajes. Él ha vivido el doble que ella, pero no tiene una sola marca sobre la piel. Ambos desean ser escritores pero les atemoriza lanzarse al vacío. Un día en que ambos deberían estar en la escuela, uno como profesor y la otra como alumna problema, coinciden yéndose de pinta a un museo en el que todo, incluso la obra expuesta, parece estar muerto de aburrimiento. Comparten entonces sus libretas de apuntes con la misma crudeza con la que algunas parejas, como Spungen y Vicious, intercambiaron flujos corporales, jeringas y pesadillas.
Creo que varias de sus historias tienen mucho de mí. A veces hasta me sentí un poco incómoda leyéndolo. No porque sea santurrona, sino más bien porque su novela es provocadora. Seguramente encenderá a más de uno. Contiene todos los elementos que hacen de una historia algo apasionante: muchas fantasías, canciones y tatuajes. Elementos todos que me atrapan. Es, además, un texto muy musical. Sé que Arturo es un melómano asumido. Por lo tanto, no es difícil leer sin tener un soundtrack de fondo, sonándote en la cabeza. Uno conformado por las bandas metaleras que yo también oía en mi adolescencia.
Mon Laferte