Quién sabe si tenemos remedio. Aunque desde hace dos décadas los anuncios sugieren que hay muchos remedios a nuestro alcance, el dinero no basta para adquirirlos. El capital, que suele convertirlo todo en mercancía, primero ha de moldear, urdir, sugerir, procurar afecciones para animar el gran negocio de los males de la gente.