En El tiempo de la mariposa se lee la faceta más intrépida del traductor, y la más necesaria para encontrar un balance entre el texto original y su adaptación a otro idioma, el cual parece decir la autora solo es posible si se realiza una inmersión total en la lengua, la cultura y la vida del autor. Ancira escribe una reflexión poética sobre su trabajo, casi arqueológico, donde convergen la literatura, la lingüística, la curiosidad y la aventura.