Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Paul Auster invitó a los oyentes del programa de radio en que colaboraba a participar en un proyecto inusual: enviar sus historias verídicas, con el afán de construir un retrato escrito de la vida estadounidense más insólita. El escritor seleccionó, con su peculiar mirada, ciento ochenta textos que fabulan una realidad llena de coincidencias, hallazgos y situaciones tan absurdas que parecen inventadas. Creía que mi padre era Dios es una antología de relatos reales y extraordinarios, una selección del autor que es un reflejo de los temas que recorren toda su obra, como el azar, la coincidencia y lo insólito de la vida cotidiana.